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Cambió su Chevrolet Apache, modelo 64, mano a mano por un TC

Carlos Saiz tuvo su primer TC, un Torino, al cambiarlo mano a mano con su camioneta. El de Burzaco corrió con las cuatro marcas y ganó dos finales
Cambió su Chevrolet Apache, modelo 64, mano a mano por un TC
Cambió su Chevrolet Apache, modelo 64, mano a mano por un TC

Carlos Esteban Saiz fue otro de los protagonistas que dejó su huella en el Turismo Carretera. El ex piloto de Burzaco corrió con las cuatro marcas que tiene la categoría y ganó en dos oportunidades. La primera final fue en Buenos Aires, la de no ganadores y debutantes del TC, y la segunda fue en Balcarce cuando excluyeron, por problemas de combustible, a los tres primeros. Acá parte de su historia:

La llegada al TC

“Al TC llegué de casualidad. Yo vivía cerca de lo de Octavio Suárez y cuando cerraba mi taller mecánico me iba a su taller para “chusmear”. En ese tiempo mi actividad estaba centrada en el Turismo Anexo J y corría con un Fiat 128. A medida que fue pasando el tiempo hicimos una amistad y la relación fue creciendo. El “Gordo” tenía una Dodge, 4 puertas, la había ido a probar y se le había roto la caja. Le pregunté si quería que se la arregle y me dejó. Ahí empecé a palpar el TC. Luego me llevó a una prueba en la ruta, subí de acompañante, empecé a trabajar en el auto, fui a las carreras y me enganché”.

Cambió su camioneta por un TC

“Un día llegué al taller de Octavio y le dije que me había comprado un Torino para correr en el TC. Yo me había encontrado con Juan Carlos Grosso, que tenía ese auto, e hicimos un acuerdo. En ese momento tenía en mi poder una Chevrolet Apache modelo 64 y se la cambié mano a mano por el auto. El Toro estaba bueno pero el motor era malo. Con ese vehículo corrí la primera carrera del primer torneo nocturno y después fuimos a Coronel Pringles”.

Enganchado a un rastrojero

“A esa carrera de Pringles el auto lo llevamos de tiro con una soga. Lo atamos a un rastrojero y yo iba manejando el auto de competición. En la competencia rompimos el motor y lo volvimos a enganchar para regresar al taller. Una locura, ni luces teníamos”.

La llegada del Ford

“Los martes iba a cenar a la ACTC con Octavio. En una cena me llama una persona, Alberto De La Mata, de La Pampa, y me dice que me quiere comprar el Torino. Pensé que era un chiste. Le dije un disparate, encuanto al precio que pedia, y ahí quedó. Yo seguía pensando que era una joda. A la mañana siguiente llega un camión a mi taller y era el tipo. Me dio el dinero y se llevó el auto.

Con ese dinero pensé en comprar un Chevrolet, porque mi viejo era hincha de la marca, pero cuando se lo comenté a Octavio me dijo que no. En ese momento me dijo “vos sos pobre y los Chevrolet se rompen mucho. Vas a correr una carrera y tres no. Comprá un Ford”. A los pocos días me llama para decirme que viaje a Corral de Bustos, de Norberto Rossone, que tenía un Falcon. Fui y lo compre. Lo traje con su camioneta Dodge y un tráiler que me prestó. Lo pinte de color gris, fui a la ACTC a pedir un número y me dieron el 61. La primera carrera fue en La Plata”.

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Torneo de no ganadores

“Se corrieron tres finales en Buenos Aires durante tres sábados por la noche, en el circuito 7, y gané la primera y la última. En la del medio salí segundo”.

 La liebre, el incendio, el quemado y el triunfo

“En Balcarce tuve dos situaciones. Primero se me prendió fuego el auto. Se me cruzó una liebre, pegó en el tacho de aceite, y agarró fuego. Yo venía sexto. En esa situación, Eduardo González Rouco gritaba por radio “bajate Carlitos, bajate Carlitos”. De ese Ford no quedó nada.

Ahí pensé que no corría más. Cuando llego a mi taller me esperaba un amigo, de la Empresa San Vicente, y miró el auto. Lo único que me pregunto era si estaba bien y se fue. A la semana siguiente me llama a cenar a su casa y en la sobremesa me dice que me iba a ayudar a comprar otro. Me hizo un cheque por lo que valía un vehículo nuevo y compre el West que utilizaba Juan María Traverso. Con la plata que me sobró arregle el quemado en un año. Lo probé en 9 de Julio y esa oportunidad estaba Hugo Rodríguez. Me preguntó si se lo vendía y se lo deje. Me entrego plata y una Renault Fuego. La cargué en el tráiler y la llevé al taller de mi amigo. Le di la plata y el auto. Es tuya le dije. Con esa Coupe mi amigo hizo una rifa con todos los empleados. El compra tres números y en el sorteo salió favorecido. Lo donó e hizo otra que lo sacó un chofer de uno de los micros. Con esa dinero compramos un casco nuevo, lo armamos, y fuimos a Balcarce y gano”.

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El Turno de Dodge

“En Tandil volqué en una carrera y mientras arreglaban el auto me llama Carlos de Los Polacos y me presentó a Rodolfo Cosma. Él tenía una Dodge y me ofreció correrla. Lo hice todo el año. Soy un agradecido”.

El turno de Chevrolet y el final

“Después que deje el Dodge volví a Ford y luego por una publicidad me pasé a Chevrolet y me integré al equipo de Emilio Satriano. Ya en esa época comenzaron los grandes cambios, ya me había fundido varias veces, y no tenía más ganas de hacerme mala sangre. Decidí abandonar.  Igualmente lo disfrute y siempre digo que fueron los mejores 20 años de mi vida”.

 

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