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El TC en la misma encrucijada que River y Boca

El debate y la resistencia al cambio. Los estadios no se tocan. ¿Los autos de TC tampoco?
El TC en la misma encrucijada que River y Boca
El TC en la misma encrucijada que River y Boca
ANALISIS.- Los tiempos corren y la vida evoluciona. Todos somos parte de ella y en medio de los cambios nos encontramos con situaciones que eran impensadas años atrás. Es la evolución natural de las cosas. La vida misma en avance a veces es tan vertiginoso que no nos damos cuenta de la dimensión de la ola a la que estamos subidos.
 
Las cosas cambian todo el tiempo y se transforman. Lo vemos a diario con la tecnología, la medicina, las ciencias, la robótica, y tantos rubros más. 
En medio de esa vorágine de evolución y modificaciones casi permanentes, los argentinos hemos demostrado que somos muy resistentes al cambio en aquellas cuestiones en donde la pasión prima sobre lo racional y material.
 
El debate en el TC acerca de la continuidad de los actuales autos (prototipos) de Ford, Chevrolet, Dodge y Torino es una muestra de ello. La discusión acerca de si los autos actuales deben dejar su lugar a los nuevos muestra las reacciones de los seguidores en un tema que no es de vida o muerte, pero que los toca en su costado más sensible. 
La tradición, las costumbres y la sobredimensión de la pasión por una una marca, color, club o camiseta pareciera que no se discuten por más que abracemos los avances tecnológicos en nuestro hogar, trabajo y también en la industria automotriz. 
Hoy se ve a dos corrientes antagónicas chocando de manera permanente. Una con la tecnología actual y la otra con el apego a la historia de automóviles fabricados desde la década del '70 que incluso no son esos mismos autos corriendo sino prototipos que copian muy poco de lo que eran. Hoy en el ambiente del TC se habla de lo difícil que es identificar un auto de una marca a otra. Son todos los autos iguales, salvo el Chevrolet bendecido por la cola en curva baja y plana en que termina la Chevy, copiada en los prototipos actuales.
Pero la resistencia al cambio no es solamente un patrimonio del TC. La férrea defensa de los modelos del siglo pasado no es casualidad en un sólo deporte. Es parte de un sistema de pensamiento muy enraizado en estas latitudes de transformar en sagrado aquello que tiene historia, que ha sido reverenciado con la pasión y que tiene el respaldo de miles y miles de personas igualmente enroladas en esa pasión. 
 
En el fútbol los dos gigantes de Argentina, River Plate y Boca Juniors, muestran un duro debate con la resistencia de la mayoría de sus socios a los cambios y en especial a la mudanza de sus estadios. 
Se trata de dos clubes modernos desde muchos puntos de vista pero visiblemente atrasados en sus estructuras de estadio, y con una reverencia casi religiosa a sus espacios, lugares, nombres y estéticas. La Bombonera no se toca. El Monumental no se muda. La resistencia de los fanáticos es la misma para River que para Boca. Y muy parecida a lo que pasa con la otra gran pasión deportiva argentina que es el automovilismo, encarnado en el TC. Acá también: los modelos de los autos no se cambian.
 
La posibilidad de mudarse tanto en River como en Boca, despertó calderas internas. Los presidentes intentaron con cierta firmeza lo que después debieron entibiar porque se dieron cuenta del costo político que deberían asumir por semejantes cambios. En caso de River fue elocuente cuando su presidente Rodolfo D'Onofrio en medio del olimpo tras ganar la Libertadores del año pasado, fue muy cuestionado por socios e hinchas cuando intentó darle impulso a la mudanza del estadio a un terreno cercano al actual Monumental. No era sólo renovación, era necesidad debido al supuesto vencimiento de los cimientos de parte de las tribunas del estadio, en especial la Centenario. Es decir, que a la necesidad del cambio, existió una de seguridad. 
La gente igual se resistió. No le importó demasiado el informe acerca de los cimientos o que la cancha ya queda chica como pasa en Boca con miles de socios sin poder ver a su equipo. La resistencia al cambio es como la expresión popular de 'morir con las botas puestas'. Pase lo que pase, no se cambia. 
 
En el TC es lo mismo. Los autos son de otra época, todos prototipos y sin aquella raíz del auto de calle. Los actuales no se parecen en nada a un TC histórico. El cambio debería imponerse, pero... ¿quién asumiría semejante costo político? ¿qué dirigente podría animarse a ello? El cambio no se admite ni siquiera gradual, porque la idiosincracia del tecísta es así. Al menos de los seguidores actuales en su mayoría. Ejemplos de resistencia al cambio en el TC sobran. Nadie quiere pagar el costo político. 
 
¿Qué mecanismo funciona en el pensamiento para enfrentar con semejante fortaleza los cambios que se proponen, discuten y proyectan?
 
Sin ser analista psicológico ni mucho menos, podría afirmarse que lo que alimenta continuamente esa férrea resistencia es la pasión entendida como el amor incondicional por clubes, colores, camisetas, marcas, formas de autos, jugadores, pilotos, y también estadios. Para River tocar o cambiar el Monumental es como tocar al 'Beto' Alonso,  y para Boca cambiar La Bombonera sería denigrar a Diego Maradona o Carlos Tévez, por decir algunos referentes fuertes.
Igual sería para la gente de Ford ver correr un Mustang en vez de un Falcon o un Camaro en vez de una Chevy para los de Chevrolet. 
 
Hay algunas excepciones a esta regla. Si hablamos del caso de San Lorenzo de Almagro cuando tuvo que dejar el 'Viejo Gasómetro' de la avenida La Plata. La mudanza fue una decisión casi obligada y se hizo. Sin embargo, ¿qué ha hecho San Lorenzo a pedido de sus socios en estos últimos diez años?: intentar como sea el regreso a su lugar histórico del barrio de Bodeo. La resistencia al cambio está por ganar otra batalla...
 
En el automovilismo hay casos de evolución de los autos y los modelos pero sin tanto arraigo e historia como pasa con el TC.  Ocurió con Top Race y la llegada de los nuevos prototipos y los motores V6, y pasó con el TC2000 con el  Súper TC2000. Los autos evolucionaron drásticamente como los de calle y la tecnología avanzó sin freno en cada temporada. Nadie pegó el grito en el cielo porque Ford ya no corra más con una cupé Sierra XR4, o porque Renault ahora compita con Fluence en lugar de la cupé Fuego. 
Sin embargo, hay muchos seguidores nostálgicos y aferrados a la tradición de un nombre y la pasión que despierta que siguen reclamando que la categoría vuelva a llamarse TC2000 y regrese en el tiempo.
   

Para los especialistas, existen diferentes razones para resistirse al cambio, algunos consideran, más allá de la edad y las experiencias, que el nivel de educación influye en la capacidad de afrontar los cambios. No obstante, las razones básicas son los hábitos, el equilibrio emocional y mental, el temor a lo desconocido y a veces la falta de tolerancia a las situaciones ambiguas.

Es bien argentino aplicar este razonamiento para estos temas tan sensibles. Los Estadios de Boca y River y los cambios en el TC. Mientras dure la pasión aferrada a la historia seguirán las discusiones y el debate. 

A la larga el cambio debería triunfar. Quizás sean las nuevas generaciones las que lo ejecuten y ellos, sin darse cuenta, seguirán el curso de sus vidas en constante evolución, arriba de la ola del cambio...

 

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