Opinión
"Los genios no deben morir"
Ya no te veré sentado frente a la computadora del box de Chevrolet.
Ya no recibiré esa sonrisa que siempre salía cada vez que nos veíamos.
Ya no escucharé ese agradecimiento eterno por mis palabras, cuando Agustín daba sus primeros pasos en el automovilismo, y lo describía en mis relatos como futuro gran Campeón.
Murió Alberto Canapino, palabras que jamás hubiese querido escuchar, increíble, inexplicable.
Ese puto virus que asecha al mundo se lleva a uno de los últimos genios del deporte motor.
Inteligente, pícaro, tenaz, un artista de los fierros, un gran ilusionista.
Nació en Arrecifes, la "Cuna de Campeones" arrancando en el mundo motor de la mano del máximo ídolo el "Loco" Di Palma.
Desde aquel VW1500 con la tapa entubada, pasando por Oreste Berta, Victor Rosso, Guillermo Maldonado, el "Flaco" Traverso, el Gurí, Silva, Ortelli, Fontana, Ledesma y tantas figuras que llegaron a lo más alto con sus productos.
Al lado suyo se forjaron muchos chasistas y técnicos que hoy brillan en otros equipos.
Un adelantado a todos los tiempos y un artista que interpretaba como nadie el reglamento.
Quizás su obra más importante, es la campaña deportiva de su hijo Agustín.
Lo forjó a su justa medida y hoy el "Titán" se ha convertido en un referente extraordinario sobre un auto de competición. Sin dudas lo disfrutaba, sabía que tenía al mejor piloto que podía tener, sabía que Agustín completaba lo que él nunca pudo conseguir, correr.
Canapino era sinónimo de automovilismo. Decir Canapino es asociarlo con autos de carrera.
Se lo va a extrañar.
Alberto Canapino fue sin dudas un genio como Dalí, por eso tomo el estribillo de la canción que le hicieron al recordado pintor catalán, y la comparto para no olvidarlo jamás.
"Realista y surrealista con luz de impresionista y trazo impresionante".
"Si te reencarnas en cosa hazlo en lápiz o en pincel"
"Si te reencarnas en carne vuelve a reencarnarte en ti. Que andamos justos de genios y queremos que estes aquí".
Admirado, cuestionado, querido u odiado, Alberto Canapino dejó su sello y siempre su alma estará donde esté un auto de carrera.
¡Los genios no deben morir!. Hasta siempre querido Alberto.