Fórmula 1
Auspiciado por
Plata quemada
La Fórmula 1 actual sufre muchísimos dramas, del que la hegemonía de Mercedes no parece ser el más grave. La salud económica de los equipos, la situación de las unidades de potencia o la dirección futura de la categoría se llevan la atención prioritaria. En definitiva, el dominio de los coches plateados no es más aplastante que lo que otros equipos han conseguido en épocas pasadas, algunas consideradas gloriosas, y la F-1 siempre sobrevivió a ello.
En tiempos modernos, la rivalidad entre Ayrton Senna y Alain Prost está considerada como la más trascendental de la historia de la F-1. Ningún otro duelo evoca, aún hoy, nostalgias de grandes batallas arriba y debajo de los autos, dentro y fuera de la pista. Vista con un cuarto de siglo de perspectiva, para muchos sigue siendo el momento más atractivo de la categoría. Sin embargo, por entonces el dominio de una escuadra era tan férreo como el que ejerce Mercedes actualmente.
El núcleo duro de la rivalidad entre Senna y Prost se produjo entre 1988 y 1989, los años que compartieron en McLaren, cuando Honda proporcionaba los motores (1.5 turbos en el ’88, aspirados 3.5 en el ’89). En ese periodo se disputaron 32 Grands Prix, de los cuales la escuadra de Woking ganó 25, 15 en 1988 y 10 en 1989. De esos 25 triunfos, el brasileño se quedó con 14, el francés se llevó once.
Entre 2014 y 2015, con el nuevo régimen de unidades híbridas de potencia, sin ruido y con bajo consumo (menos de 100 kilos por Grand Prix), se disputaron ya 26 Grands Prix. Mercedes se quedó con el triunfo en 22: su porcentaje de eficacia es apenas superior al conseguido por McLaren en aquel periodo, 84 por ciento contra 78 por ciento. Sin embargo, hay un desbalanceo entre la frecuencia con la que ganan sus pilotos.
Lewis Hamilton ganó once GGPP en su campaña para ser campeón del mundo, y anotó otros cuatro triunfos en su esfuerzo para revalidar la corona. Son 15 triunfos sobre 22, es decir, el 68 por ciento; en cambio, su compañero Nico Rosberg venció solamente en siete ocasiones, la última en Mónaco cuando Mercedes y Hamilton se complicaron para arrancar una derrota de las fauces de la victoria; caso contrario el grado de éxito habría sido, todavía, menor. Rosberg tiene una eficacia del 32 por ciento.
Demasiada diferencia entre ambos. Sobre todo, teniendo en cuenta que en ese particular periodo de fines de los ’80 no había tantas diferencias entre Senna (56 por ciento) y Prost (44 por ciento). Si Rosberg pudiera ofrecerle más combate a Hamilton, el duelo podría volverse uno tan épico como el de entonces, salvando las distancias. Mercedes domina tanto como McLaren en su momento, pero no hay equivalencias entre sus pilotos. Distinta, probablemente, sería la situación si Hamilton -que subió al podio en la súltimas 14 carreras- tuviera un compañero como Fernando Alonso. La batalla interna, como sucedió en 2007 en McLaren, volvería muy atractivo el momento.