Opinión
Santero, el último niño prodigio
El joven de Guaymallén fue la última explosiva aparición en el automovilismo argentino y tuvo que esperar para festejar su primera victoria en el Súper TC2000.
Sus lágrimas conmovieron al mundo tuerca. Para recordar que la justicia deportiva, no va de la mano con los intereses de los equipos. El novel talento Julián Santero debía levantar el pie del acelerador a pocos metros de la meta para que su compañero en Peugeot, Néstor Girolami, se subiera al podio en Codegua, Chile, para acercarse a su primer título en el Súper TC2000 allá por noviembre de 2014.
Aquellas imágenes quedaron marcadas a fuego. La difícil decisión la sufrieron todos. Hasta los que debieron dar la orden con la frialdad de la calculadora, aunque con la conciencia de los corazones pasionales. Santero pagaba el derecho de piso, como tercer piloto de un equipo al que debía serle funcional. Reglas de un automovilismo profesional que le había dado la bienvenida y le abría las puertas a la última joya de la abuela.
Un año antes, el mendocino se había convertido en el piloto récord de la escuela de talentos. Santero lograba el título y acumulaba 12 triunfos en una misma temporada de la Fórmula Renault 2.0, batiendo la marca de 10 victorias de Mariano Werner, la última aparición explosiva en la divisional donde se consagran los futuros campeones del automovilismo grande de la Argentina.
Veloz en la pista y frontal debajo de los autos, ya había mostrado la chapa de los distintos en sus inicios. A pesar de los merecimientos, no hubo lugar para él en el 2015 dentro del Súper TC2000. Hasta que el Toyota Gazoo Racing le volvió a abrir las puertas para la titularidad en un equipo renovado y ambicioso, en 2019.
Santero llegó al equipo de la marca japonesa, con su máxima figura Matías Rossi como referencia indiscutida. La historia pareció repetirse al principio. Sin tiempo para relegar más puntos, debió unir filas y ayudar al “Misil” para pelearle el título a los poderosos Renault de Facundo Ardusso y Leonel Pernía que se disputaban el liderazgo interno en el rombo.
“Es un lindo dolor de cabeza el que tiene ahora el equipo, porque Julián es muy rápido”, dijo Rossi en el podio de Villicum, San Juan, luego de ganar en el 1-2 de Toyota para la tercera fecha del campeonato. “Tuvimos libertad de acción. Me corrió toda la carrera sin órdenes de equipo. Habíamos hecho una diferencia grande con el resto, pero Santero no dejaba de presionarme. Tuve que bloquear algunas veces, hasta que faltando pocas vueltas el equipo nos avisó por radio que debíamos terminar en esas posiciones”, explicó el piloto de Del Viso.
Santero recibía así la primera señal en Toyota, aunque mostraba su enorme potencial. Rossi era el piloto “1”, sin embargo esta vez tendría todas las herramientas para ubicar las cosas en su lugar. Con el campeonato avanzado, debió volver a respetar las posiciones en San Nicolás y Salta (quinta y sexta fecha, respectivamente), otros 1-2 claves para que Rossi se postulara con firmeza como candidato a la corona.
Santero siempre respetó las indicaciones con profesionalismo. También dejó en claro en pista que podía pelearle a su compañero de igual a igual, presionando y terminando lo más cerca posible del Corolla #17. Debió conformarse con el segundo puesto, incluso mereciendo la victoria que aun se demoraba en llegar. Su rostro era de insatisfacción, lógico para un piloto con aspiraciones.
Se ganó la continuidad en Toyota para el 2020 en un “Dream Team” que sumaba a Rubens Barrichello. En la apertura del campeonato en Buenos Aires, Santero terminó tercero detrás de Rossi que batalló por la victoria con Agustín Canapino. Se contagió de COVID-19 y se perdió la segunda presentación. En Córdoba, fue tercero por delante de su compañero. A la semana siguiente, otra vez en el Cabalén, llegó detrás de Rossi en el 1-2 de Toyota para la Carrera 1. Y en la Carrera 2, no pudo esquivar el incidente entre José Manuel Urcera y Canapino y debió abandonar.
Quedó enredado en la pelea con Berni Llaver y Matías Milla en la fecha 5, en el circuito 6 de Buenos Aires. Terminó cuarto en la competencia ganada por su compañero Barrichello. Y una semana después llegaría su gran momento. Doble pole position para las dos carreras en el circuito 7. Historia reciente. Largada complicada para la Carrera 1 y choque de Nicolás Moscardini para un nuevo abandono.
Y cuando parecía que se le esfumaba otra chance al ser superado por Rossi en la partida, Santero fue con fiereza a recuperar lo perdido. Con libertad de acción, sin órdenes de equipo, a rienda suelta con el criterio que ameritaba la ocasión. Sin poner en riesgo el resultado del equipo, fue preciso y certero en el ataque. Sorprendió a su compañero. Y allá fue… Por el grito atragantado. Por el festejo atrasado. Por el logro reprimido. Por su lugar merecido.
Santero encontró su lugar en el Súper TC2000. Respetado en un equipo con un líder claro como Rossi, donde podrá jerarquizar sus propios logros y los de uno de los pilotos top del automovilismo argentino de las últimas dos décadas. Por capacidad, un “Piloto 1” en cualquier estructura. Un futuro campeón en potencia. El mendocino ya archivó su primer triunfo en la categoría. Oro en bruto que ya se empezó a pulir hace tiempo.
Santero, el escudero: