Guia del Top Race
Segundo mandato
El Top Race arrancará una nueva etapa esta temporada bajo la conducción de su presidente Alejandro Urtubey, luego de un período de tres años de fideicomiso dirigido por Javier Azar. El comienzo de este nuevo ciclo representa una gran oportunidad, pero a la vez un fuerte compromiso para el dirigente salteño de buscar el crecimiento –desde las bases sólidas que le dejaron- sin cometer los errores pasados que, en su momento, empujaron a la categoría al borde del abismo.
En este segundo mandato, Urtubey estará acompañado (¿y controlado?) por el grupo de propietarios de equipos en cada una de sus decisiones. Azar se hizo cargo en 2013 de una categoría endeudada y carente de credibilidad. La fuga de pilotos, acostumbrados a percibir sueldos o bonificaciones de pagos, privó al Top Race de cantidad de figuras y autos en las grillas. Sin embargo, la prioridad en las últimas temporadas para seguir de pie fue sanear las cuentas e inculcar una nueva filosofía de trabajo.
De ahora en más, el Top Race no será “Urtubey-dependiente”. Al menos de su poder económico. Su ímpetu y ambición llevaron a la categoría a los extremos. Tanto al éxito, como a la debacle. Hoy retoma el mando de una actividad estabilizada. En Paraná arrancará la vigésima temporada con un panorama alentador. Se incorpora una empresa de primer nivel: 3M será el sponsor principal. El público está expectante por ver correr por primera vez en el país a una figura como Facu Regalia. El bicampeón del Súper TC 2000, Néstor Girolami, retorna junto a la llegada del exitoso equipo Lincoln Sport Group del escribano Hugo Cuervo. El quíntuple Agustín Canapino vuelve al poderoso Sportteam. El actual campeón Matías Rodríguez intentará retener la corona y darle la primera alegría al Midas Racing. No quedan autos libres, mientras hay pilotos que quieren sumarse, para correr –según muchos de ellos- el mejor auto de carreras del país.
Azar, con austeridad y disciplina, sacó al Top Race de la crisis con una ordenada gestión en un momento difícil. Ahora el Top Race necesita un cambio de ritmo. Volver a apostar, para meterse de lleno en las grandes ligas. Para eso hace falta arriesgar, pero sin vehemencia. Urtubey debe sacar a relucir su mejor costado de dirigente. El del emprendedor y audaz, pero con los pies sobre la tierra y sin hipotecar el futuro. No debe perderse en discusiones y enfrentamientos inútiles. La categoría tiene que recuperar la fuerza que supo tener en el 2008, 2009 ó 2010, cuando corría en Brasil o reventaba de público el Autódromo de Buenos Aires, con carreras inolvidables y grillas de casi 40 autos.
Ese es el Top Race que queremos volver a ver. La verdadera categoría espectáculo…